La ilustradora Ximena Maier tiene un carácter inquieto y estilo de dibujo que presenta lo que observa con la sorpresa que producen las cosas cuando se miran por primera vez.
Inquietud y sorpresa son dos palabras que describen bien el trabajo desarrollado por esta ilustradora que estudió Bellas Artes en Sevillaen su libro «Cuaderno del Prado», en el que muestra la pinacoteca a través de dibujos de estética apresurada y acuarelas.
Un recorrido por sus obras maestras, pero también con lugar para mostrar la vida cotidiana de los trabajadores del museo y lugares vedados al público, como las salas de restauración.
«Es una visión como de cuaderno de viajes, hecho de apuntes de quien va al museo con asiduidad y cariño. Es como un cuaderno de viajes sin salir del museo y tomando notas muy rápido», explica Ximena Maier.
Esos dibujos han terminado dando forma a «Cuaderno del prado», que publica la editorial Nido de Ratones, de Paula Fernández de Bobadilla, y que este martes se presentó en la Casa Bucarelli de Sevilla, en un acto en el que la ilustradora presentó su obra mientras dibujaba en directo y contestaba las preguntas de la concejal popular Pía Halcón y el académico de Buenas Letras Rafael Atienza.
El libro surgió como una idea que le propuso Ximena Maier a Paula F. de Bobadilla, a partir de una serie de dibujos que realizó en el Museo del Prado, primero, como una visitante más en las salas, y, después, con permiso de la pinacoteca para realizar acuarelas y poder acceder a salas como las de restauración.
Esto le permitió mostrar, junto a las obras maestras, la vida cotidiana del museo, desde las reacciones de los turistas ante cuadros como «Las meninas» a los traslados de obras que realizan los trabajadores.
«Son cosas normales que se convierten en muy especiales porque es el Museo del Prado, donde lo cotidiano se vuelve muy especial», explica.
El resultado gustó tanto en la pinacoteca, que esta ilustradora terminó presentándolo en el propio Museo del Prado, en un acto que contó con el jefe de conservación de dibujos y estampas, José Manuel Matilla, y la escritora Carmen Posadas.
«Cuando empecé el cuaderno no pretendía involucrar al museo, pero al final gustaron los dibujos, que aportan una mirada diferenterespecto al trabajo que realizan habitualmente los copistas y fotógrafos. Esto nunca a nadie se le había ocurrido».
Tras el éxito del volumen, esta ilustradora estaría abierta a repetir la experiencia en otro museo y uno que le haría ilusión, reconoce, es el Bellas Artes de Sevilla.