“Una novela para recordar y para sonreír”. Así define la escritora Carmen Posadas (Uruguay, 1953) su nueva obra titulada La maestra de títeres. Una frase que parece provocar cierta llamada a la nostalgia, ya que entrelaza el recuerdo “de aquello que le ha pasado al lector cuando era niño o adolescente” mezclado con una sonrisa, expresa. La autora presentará su último título en las Veladas Literarias del restaurante alicantino Maestral, un evento que ha colgado el cartel de completo para el viernes 5 de abril, noticia que Posadas recibe con emoción y comenta que espera “estar a la altura”.
En esta iniciativa, la de las Veladas Literarias, los asistentes tendrán la oportunidad de conversar con la escritora, una idea que Posadas tilda de “maravillosa”, ya que considera que si bien “sí existe una preocupación por la cultura por parte de la sociedad, es necesario inventar nuevos formatos culturales” para difundir los productos que resultan de este ámbito. Explica que antes “el formato consistía en un autor que se subía a un estrado y soltaba un sermón, lo que aburría al público porque, además, ni siquiera podía participar”. Sin embargo, añade que en la actualidad resulta “completamente distinto porque estas iniciativas crean un carácter más interactivo donde la gente interviene, pregunta y se forma un coloquio”, en un acto que acaba por resultar “más ameno” y diverso, debido a que “no solamente se habla de un tema, sino que se pueden tratar todos los asuntos que surjan en la conversación”, apunta Posadas.
Un entorno recíproco y relajado en el que la escritora presentará La maestra de títeres, su homenaje particular a la novela de La feria de las vanidades, en la cual su autor, William Makepeace Thackeray, “toma a dos mujeres muy distintas (una encarna el papel de buena y la otra, el de mala) y narra a través de sus aventuras y vicisitudes cómo evoluciona Inglaterra a lo largo de 50 años”, detalla Posadas. Idea que plasma a través de una madre y una hija, dos protagonistas que “son completamente distintas”, a través de las cuales relata tres momentos históricos diferentes, como son “España en la posguerra, una época en la que existía mucha penuria y necesidad, la transición, que se trata de un momento de cambio para el país, y los años actuales”, desvela la autora.
Pero todo este recorrido histórico está envuelto “por una trama de intriga que se resuelve al final“, un hecho que ha resultado costoso para Posadas debido a su deseo de “que se trate de un final muy sorprendente para que cuando el lector termine la novela no se espere lo que acaba de pasar”, expresa.
Las distintas clases sociales también se encuentran retratadas en la obra, a través de contextos como “el adulterio, el matrimonio, la vida en los años 50 o cómo la gente intentaba aparentar algo que no era”, destaca Posadas, quien intenta plasmar todas estas particularidades a través tanto de la alta sociedad como de los maquis y toda la oposición franquista. Una ambientación que muchos y muchas se preguntarán si cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, aunque la escritora garantiza que toma los elementos que le “interesan de la realidad para elaborar un mix” que dé como resultado un personaje de ficción como el de Beatriz Calanda.
“Yo nunca planeo lo que van a hacer mis personajes; me sorprenden llevando a cabo acciones que yo no esperaba y, algunas veces, me complican la vida”, responde Posadas al hilo de la creación de los personajes. Un proceso en el que parece que estos humanos literarios cobren vida dejando atrás a su autora, quien sostiene que en ocasiones “los personajes se portan fatal y la desconciertan” y es ella misma la que tiene que reconducirlos. “Yo les dejo actuar e ir a su bola, pero luego tengo que encajar la novela para que no se me quede descompensada; me hacen trabajar mucho”, exclama la escritora.
Realidad, ficción, intriga y sátira en una novela en que la documentación se ha convertido en la piedra angular, según explica la autora, porque “si meto la pata en algún asunto del siglo XVIII solo se va a dar cuenta algún profesor de Historia, pero si me equivoco en los años 50 o 70 se va a enterar muchísima gente y la novela va a chirriar, que es lo peor que le puede pasar a una obra”, opina Posadas.