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“Mi madre sabía que la comida era clave en las relaciones diplomáticas”

La escritora y su hermano Gervasio relatan en “Hoy caviar, mañana sardinas” las aventuras de Sará Mañé como embajadora consorte.

“Sará Mañé, mi madre, no conocía la palabra imposible; era una fuerza de la naturaleza, capaz de vender helados a los pingüinos”. Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana Digital la escritora Carmen Posadas, que con su hermano, Gervasio, (el pequeño de los cuatro hijos del político y diplomático Luis Posada, de origen asturiano, y la restauradora Sara Mañé), relata en “Hoy caviar, mañana sardinas”, (Espasa), la apasionante vida de la matriarca ejerciendo de embajadora consorte por el mundo.

“Para mi madre la comida era fundamental para facilitar las relaciones diplomáticas y los tratados internacionales; también la bebida, por eso, en su recepciones nunca faltaban platos deliciosos y a veces de base tan sencilla como aparente, como el suflé de queso o la musaca del restaurante Athenea de Ginebra”, señala Carmen Posadas, que nació en Montevideo (Uruguay) y a los doce años se trasladó a Madrid cuando su padre fue nombrado embajador. A España le seguirían Londres, donde pudo conocer a la Reina Isabel II y a Lady Diana Spencer, y Rusia, donde se casó en una sonada boda organizada al detalle por su madre. “La Iglesia católica en la que debía casarme no le gustaba; así que fue capaz de convencer al patriarca ortodoxo para celebrar mi casamiento en un templo ortodoxo; fue la primera boda ecuménica en Rusia y salió en toda la prensa internacional”, señala la escritora. A todo esto, la embajadora Posadas, jamás cocinó en su vida, pero sabía organizar todo de manera exquisita y elegir los platos más adecuados. “La presentación de los platos era espectacular; de todo hacía algo especial”, indica su hija.

Por el libro desfilan personajes como Breznev o Nixon, al que Carmen Posadas conoció en Moscú. “No me gustó demasiado; me llamó la atención que iba maquillado, en aquellos momentos no era habitual”, asegura.

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