Profesora Honoraria de la Universidad UPC
La escritora uruguaya-española Carmen Posadas, Premio Planeta 1998 por la novela Pequeñas infamias y autora de importantes títulos, como Por el
ojo de la cerradura, o Hoy caviar, mañana sardinas (2008), visitó Lima para ser distinguida como Profesora Honoraria de la Universidad UPC. En esta
entrevista, la narradora profundiza sobre los procesos creativos y sus influencias literarias.
Correo: ¿Cómo ha experimentado el hecho de haber vivido desde muy joven en distintos países, ha sentido desarraigo, o la posibilidad de ver distintos
mundos la ha ayudado para tener una mirada más amplia?
Carmen Posadas: Siempre he pensado que le debo más a mis defectos, a mis fracasos que
a mi éxitos o virtudes. Por ejemplo, el hecho de haber sido una niña muy retraída o tímida terminó ayudándome para escribir. Y también creo que el
haber sido una apátrida, una nómada, que tiene ese componente de desarraigo del que hablabas, es importante como experiencia para un escritor.
C: La variedad de vivencias es clave.
CP: Claro, porque quien no se ha movido nunca del lugar donde nació piensa que el campanario de su iglesia es el más alto del mundo, que su vecina
es la mujer más hermosa de la tierra y que las lentejas que prepara su mamá es el plato más delicioso, y no sabe que hay otras variedades, otros
mundos.
C: La diversidad de experiencias son determinantes como fuente de referencias, sobre todo las extremas, las que vienen con altas cargas de intensidad
emocional.
CP: Sí, cuanto más extrema mejor. Yo creo que se escribe más desde las experiencias negativas que de las positivas. Cuando uno está contento vive y
cuando uno está triste tiende más a la reflexión. Y es que el dolor hace que uno reflexione, porque cuando uno pasa por tiempos de felicidad se vive. Uno
está feliz, uno está viviendo, no escribiendo.
C: Sus inicios de escritora los hizo en el género de la literatura infantil. ¿Cómo fue el proceso de cambio para escribir literatura adulta? CP: Hubo varias
razones. Primero, porque lo primero que escribí fue un texto que estaba pensado para adultos, pero me salió para niños. Uno cree que está haciendo
una cosa y hace otra, la literatura es así, tiene sus misterios. Después me pareció más sencillo iniciarme en la literatura infantil porque no tengo una
educación formal, no tengo estudios superiores. Por eso para mí es un gran honor que me hayan hecho profesora honoraria de una importante
universidad, porque yo he hecho todo al revés. En la vida usualmente la gente primero estudia, se casa y tiene hijos. Yo primero me casé, tuve hijos y
recién ahora ingreso a la universidad.
C: En ese camino o recorrido literario, ¿cuáles han sido esas referencias literarias que te estimularon para ser escritora?
CP: Yo tengo como distintos
maestros, distintas épocas. A mí me encantaba Cortázar y yo quería escribir como Cortázar, pero por una extraña razón todo me salía como Roald Dahl,
y no era deliberado. Ahora, creo que al haber tenido una formación informal hace que uno sea más osado en el proceso de la creación literaria. De
pronto, si hubiera tenido una formación más académica no me hubiese saltado tantos pasos como los que me he saltado.
C: Sin embargo, las facultades de Literatura no enseñan a escribir, más que todo forman académicos, docentes.
CP: Mira, creo que existe un poco de idolatría hacia la literatura. En el sentido de que cualquier otra disciplina artística se aprende: si uno quiere ser
bailarín se mata haciendo barra, si uno quiere ser pianista se pasa horas haciendo escalas, y por una extraña razón la gente piensa que no se puede
aprender a escribir. Creo que hay una parte que tiene que ver con el talento, que es algo que se tiene o no se tiene, que es para la música o cualquier
otro tipo de actividad. Pero tiene una parte de oficio muy considerable que sí se puede aprender. Yo creo mucho en la parte artesanal.
C: En ese sentido, quizá lo más importante que debe tener un escritor, incluso más que la técnica, es su visión del mundo.
CP: Eso es verdad, y hay una frase de Kavafis que decía que un escritor cuando tiene talento es una persona que posee una visión como tres o cuatro
grados separada de lo que tiene el resto de la gente. Es decir, la mayoría tiene una perspectiva plana, pero existen otros que disponen de otros ángulos,
que son capaces de ver otras situaciones que toda la gente no ve. Y la literatura es eso, tener un ángulo.