¿Cuándo es momento de cerrar el libro? Los escritores reflexionan sobre las señales para abandonar una novela
Leer es un placer inagotable, un viaje sin final por mundos imaginarios y conocimientos infinitos. Pero ¿qué sucede cuando el lector voraz no encuentra el momento para detenerse? ¿Cuándo una historia deja de atraparnos o una página ya no nos ofrece lo que buscamos? Preguntamos a diferentes escritores cuál es su señal para dejar de leer. Sus respuestas nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con la lectura y cómo encontrar el equilibrio entre disfrutar y simplemente pasar las páginas. ¿Será que, a veces, cerrar un libro también es parte del placer de leer?
Leer es una pasión que consume, que nos llena, pero que a veces también nos agota. Los escritores, como grandes lectores, entienden esa necesidad de devorar libros, pero también conocen el momento exacto en que es mejor dar un paso atrás
La lectura es una experiencia profundamente personal, y no hay reglas universales sobre cuándo detenerse. Cada lector y cada momento nos pide algo diferente. A veces, dejar de leer es una señal de respeto por el tiempo, por nuestras emociones o simplemente por nuestras prioridades.
El sueño es un factor que influye en muchos de nuestros escritores. A todos nos pasa que después de una larga jornada laboral queremos evadirnos al final del día con un buen libro, pero el sueño puede con nosotras. Eso cuenta César Suárez, escritor y redactor jefe de Cultura de TELVA: “Cuando me quedo dormido no me queda más remedio que soltar el libro y bueno … si me deja de gustar el libro, lo dejo sin reparos”.
Algo parecido le ocurre a la escritora Eva García Sáenz de Urturi que comenta que “normalmente es el sueño. Acostumbro a leer todas las noches, y siempre me entra el sueño a la misma hora. Es una sensación deliciosa ir entrando en los senderos del sueño mientras los párrafos pierden nitidez y las letras comienzan su danza nocturna”.
Cada escritor tiene sus manías o sus costumbres y por ejemplo Carmen Posadas, relata que “cuando un libro me fascina, al revés de lo que le ocurre a la mayoría de la gente, no quiero llegar al final. Es más, me vuelvo cicatera y me lo dosifico a cuentagotas para que no se acabe y seguir dentro de esa historia que tanto me gusta. Un verdadero placer.” Porque como bien dicen los escritores, lo importante es que la lectura siga siendo un placer y no una carga. Al final, el verdadero arte de leer no está en la cantidad de libros que cerramos, sino en los que dejamos abiertos en nuestra mente y corazón.
La escritora, periodista y aventurera, Cristina Morató confiesa “ser una lectora voraz que suele leer preferentemente por las noches en el sofá o en la cama, mis lugares preferidos. Y lo único que puede detenerme cuando tengo entre mis manos una buena historia, una de esas novelas que te atrapa desde la primera página y ya no puedes soltarla, es que me venza el sueño. Cada vez tenemos menos tiempo para leer, distraídos como estamos con nuestros móviles, pero por muy cansada que esté, nada ni nadie me podrá quitar el placer de mis ratos de lectura nocturna, solo, mi peor enemigo: el sueño… ” Sobre el sueño también nos habla el escritor Alejandro Palomas. “Es lo único que me detiene. Sin él, podría seguir leyendo hasta la ceguera.” Palomas es así de rotundo. Es de grandes pasiones.
La escritora Dolores Redondo contesta como siempre que nos acercamos a ella, desde la Feria del Libro de Guadalajara y nos cuenta: “Siempre he sido una de las que no duermen. Cuando era pequeña leía bajo las sábanas con una linterna. Ahora tengo el privilegio de poder sucumbir a la pasión lectora, no lo dejo. Cada vez menos libros tienen el poder de arrastrarme a ese estado en el que no quiero parar, cuando lo experimento, simplemente lo disfruto hasta el final”.
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