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Carmen Posadas cumple 70 años feliz con sus hijos y sus nietos

La escritora pasa de década llena de la vitalidad que le proporciona su familia -tiene una hija cirujana plástica- y de la estabilidad emocional ganada a lo largo de los años. Escritora de éxito, su apasionante vida sí que es de novela.

De poco le valieron a Carmen Posadas, ganadora de un premio Planeta por Pequeñas Infamias, sus cuentos traducidos a 20 idiomas, sus ensayos y novelas, porque su matrimonio en 1988 con el todopoderoso gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, opacó su trayectoria literaria. Pasó a convertirse a su pesar en uno de los iconos femeninos de la beautiful people, esa élite que durante la etapa socialista de Felipe González acaparó el poder político y económico. Antifranquistas, cosmopolitas y amantes del buen vivir, muchos de ellos aprovecharon su éxito para renovar su vida sentimental con mujeres bellas y jóvenes, que coparon la prensa del colorín. Fue el caso de Miguel Boyer, que cambió a la ginecóloga Elena Arnedo por Isabel Preysler, rompiendo el matrimonio de la filipina con el marqués de Griñón. O de los Albertos, pues Cortina dejó a la riquísima Alicia Koplowitz por Marta Chávarri, que plantó al marqués de Cubas, y su primo Alcocer a la hermana de ésta, Esther Koplowitz por la joven Margarita Hernández. También el de José Federico de Carvajal, presidente del Senado, que se casó con Elena Boyra, a la que triplicaba la edad. Y el de Mariano Rubio, que divorciado de Isabel Azcárate, hija de un político republicano elegido senador por designación real en la transición, se casó con Carmen Posadas, 22 años menor.

Sería injusto equiparar a la escritora, que este 13 de agosto cumple unos espléndidos 70 años y es abuela de cinco nietos, con «bellos jarrones» como Preysler o Chávarri, pues aunque también era una mujer muy guapa, que incluso ejerció como modelo para su amiga Lucía Bosé, sumaba un notable currículum literario y una biografía apasionante.

Nacida en Montevideo, la uruguaya fue en su adolescencia una nómada de lujo, pues era hija de Luis María Posadas, un político que aspiraba a presidir su país y ejerció de embajador en Madrid, Londres y Moscú. Como relata Carmen en su novela Hoy sardinas, mañana caviar, su esposa, Sara Mañé y sus cuatro hijos, Carmen, Mercedes, Dolores y Gervasio, vinieron con él a España en 1965 . A la escritora le impacto ese Madrid franquista «en blanco y negro» donde proliferaba la gente de luto y muy religiosa, como ese carpintero que llevaba bajo su mono azul el hábito del Cristo de Medinaceli. Se alojaron inicialmente en el hotel Ritz, donde su madre instaló un hornillo en la habitación para hacer pícnics, pues comer en el hotel era muy caro. Después se mudaron a un piso con variopinto vecindario, desde el modista Lorenzo Caprile hasta Camilo Alonso Vega, ministro de gobernación de Franco, además de una vecina marchosa a cuyas fiestas acudían Lola Flores y la duquesa de Alba.

VIDA SOCIAL

Carmen, como hija de embajador, se relacionaba a nivel top, hasta se codeó con la soberana británica y su hijo Carlos, actual monarca, en recepciones en Buckingham Palace. «Isabel II iba preguntando lo mismo a todos los invitados: .‘¿Cómo estás?¿Te gusta Londres?’ para evitar meter la pata», rememora. En Londres conoció a un famoso torero, Roberto Domínguez, que se afincó allí en una etapa en que dejó las plazas: universitario, culto y muy atractivo, mucho se especuló sobre su relación con la escritora, aunque ninguno de los dos la confirmó jamás.

La vocación literaria de Carmen tiene un origen curioso: se consideraba el «patito feo» de la familia, pues sus hermanas eran rubias de ojos verdes, y ella morena y larguirucha, por lo que prefería refugiarse a escribir diarios. Una afición a la que contribuyó su padre leyéndole obras como La Odisea, de Homero o La Divina Comedia, de Dante.

Su complejo físico se solventó a los 16 años cuando su madre la llevó a París para operarse la nariz, y después la familia se instaló en Moscú, nuevo destino de su padre como embajador, donde su residencia familiar era un enjambre de micrófonosocultos colocados por espías. Fue una etapa importante para Carmen, pues allí se casó a los 19 años con Rafael Ruiz del Cueto, un apoderado de Bolsa, padre de sus hijas Sofía, nacida en 1975, cirujano plástico de profesión y Jimena, que nació en el 78. Supuso el estreno mediático de Carmen, pues su boda se publicó hasta en The New York Times, por ser la primera oficiada por el rito católico en una iglesia ortodoxa, algo que logró su madre, que convenció al patriarca ruso, pues las iglesias católicas de Moscú eran feas. Ella quería una boda comme il faut para su primogénita, aunque posteriormente se llevó un disgusto cuando la escritora decidió depositar su ramo de novia en la tumba de Lenin.

El matrimonio se instaló en Madrid, en el paseo de La Habana, pero acabaron divorciándose en 1983. Carmen Posadas, que además de atractiva es una mujer cercana, con gran sentido del humor y de charla interesante, siempre se movió como pez en el agua por los círculos mas top, donde proliferan los hombres poderosos.

Como Mariano Rubio, gobernador del banco de España desde 1974 hasta 1992, con quien se casó en enero de 1988. Considerado una autoridad económica, fue un referente de la transición bancaria que llevó a España a la modernidad financiera en la etapa socialista de González. Su fama de estricto le creó, según su entorno, muchos enemigos, como Mario Conde, presidente de Banesto, al que intentó cortar las alas y Carmen Posadas definió como «el callo mas peligroso que pisó su marido». Lo cierto es que, en 1992, el escándalo Ibercorp, protagonizado por Manuel de la Concha, síndico de la Bolsa, que gestionaba las inversiones de su amigo Mariano Rubio, salpicó de lleno al gobernador. Fue acusado de defraudar a Hacienda, por la cantidad hoy exigua de 4 millones de pesetas (24.000 euros) y ocultar una cuenta opaca de 130 millones de pesetas ( unos 750.000 euros). Algo que provocó su dimisión y caída en desgracia, incluso sus poderosos amigos de la beautiful le retiraron el saludo. Tras un mes en la cárcel, recuperó la libertad pero no soportó verse convertido en la comidilla nacional y enfermó, falleciendo de cáncer de colon en 1999.

Su viuda Carmen Posadas, que había compartido su calvario, se refugió en su profesión de escritora, dando lugar a su etapa mas pujante con obras como La Hija de Cayetana, Antonio Machado y la Mirada de Leonor, o La Bella Otero o la última, Licencia para espiar publicada en 2022 y también se propuso desaparecer de esa prensa rosa que tantas páginas le había dedicado. Desde entonces, poco ha trascendido de su vida sentimental salvo una discreta relación con un prestigioso abogado, Bernardo Cremades. Recuperado un relativo anonimato y volcada en sus novelas y en su papel de abuela, no se ha vuelto a casar.

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