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Carmen Posadas deslumbra en el Foro Premium del Atlántico

La invitada del Foro Premium del Atlántico, que se reconoce en Canarias como en casa, destripa su nuevo libro, ‘Licencia para espiar’, y desvela cómo su trayectoria personal influye en su obra.

Reconoce Carmen Posadas (nacida en Montevideo) que “venir a Canarias es como volver a casa” y lo cierto es que así lo demostró en la apasionante tertulia que, como invitada del Foro Premium del Atlántico, de la Fundación DIARIO DE AVISOS, mantuvo en la mañana de ayer con el adjunto al editor del decano de la prensa en Canarias, Carmelo Rivero, y la periodista y presentadora de Atlántico Televisión, Fátima Bravo, durante el cual se habló, inevitablemente, de “amor, literatura y otros demonios”.

Lejos de sobreactuar o pretender imponer discurso alguno, Posadas no dudó en mostrarse tan cercana como asertiva a la hora de responder a cuestiones que, inevitablemente, versaron sobre su última obra, titulada Licencia para espiar, pero también acerca de cómo su propia existencia (marcada por estancias en destinos que abarcan desde el Uruguay donde se crio al Moscú donde se vino a casar, pasando por España, claro, pero también por el Londres de los tiempos de la fallecida princesa de Gales, Diana Spencer) terminaron invariablemente -como le pasa a todo creador artístico- marcando pautas que tanto han influido en este espíritu que vivió su infancia “como el patito feo. Soy la mayor de tres hermanas, y escuchaba decir en la calle lo bonito del pelo de una o lo guapa que era la otra, pero al llegar mi turno se quedaba en que yo era alta”. Lejos de pesarle, será que lo que pasa conviene; Posadas concluye que “le debo todo a mis defectos, y nada a mis virtudes”, dado que las frustraciones que pudieron causarle las terminaba “descargando en un Diario lacrimógeno”, a buen seguro germen de su prolífica obra literaria.

Hay que advertir que el cuarto de sus hermanos, Gervasio, también es escritor y que algo habrá tenido que ver la figura paterna, un reconocido embajador que, desveló, aprendió ruso para leer al Tolstoi original, al igual profundizó en el griego clásico para deleitarse con Homero. De su padre explicó que, cada vez que iba creciendo su actividad literaria, le enviaba invariablemente su nuevo libro sin que el progenitor diera más que la callada por respuesta. Hasta que un día se lo comentó abiertamente: “Eran los tiempos del fax, y mi padre me remitió un análisis de la trama, cada personaje…”. Para Posadas, autora reconocida en crónicas de prestigiosos medios internacionales y traducida a más de 30 idiomas, “¡Nada como aquel fax!”.

Cómoda y relajada desde el minuto uno, se ganó al personal que tuvo el privilegio de asistir en persona a una velada de este calibre en las santacruceras instalaciones de Plató del Atlántico aclarando desde el inicio que “venir a Canarias es como volver a casa [en referencia a su Montevideo natal, ciudad fundada por isleños]”, y preguntando a la concurrencia si aquí también es común un chascarrillo que dijo popular por aquellos lares y que, para decir que “alguien es muy bobo, se le dice que se atora con el gofio”.  

FANTASMAS Y FANTASÍA

Y habló, si, de su bisabuela Clerencia, ese fantasma que disparaba su mente infantil desde las plantas altas de la casa familiar a las que subía para disfrazarse y fantasear con sus vestidos y así dejar crecer su imaginación, y de la que poco más sabía que “se fugó con un amante a París”.

Como igualmente habló de su matrimonio con Mariano Rubio, entonces director del Banco de España y que, al coincidir con su éxito de ventas Manual del perfecto arribista, la situó en una incomodísima situación ante la opinión pública de la que “mucho me costó salir. A Tenerife le tengo muchísimo cariño porque, en plena vorágine, me invitaron a dar una conferencia en el Hotel Mencey, y en cierto modo allí empezó todo”, apostilló esta ciudadana del mundo.

Por supuesto, disertó y mucho de espías femeninas, esas que ha recopilado en su última obra. Destacó que pronto aprendió que el espionaje dista mucho de ser la actividad glamorosa que se desprende de las películas de James Bond, dado que la mayor parte es trabajo de oficina. “Cuando escuchas las conversaciones de alguien en su casa, puedes pasar cuatro días oyendo frases insustanciales para dar con una sola de interés”, aprendió al documentarse sobre el tema.

Pero Posadas ya sabía del asunto por el periodo que pasó en el Moscú de la Unión Soviética durante los años 70, tras ser destinado allí su padre como embajador. “A mi madre le dio por encontrar divertido que me casara en Moscú”, y eso les llevó a toparse con la ineficaz burocracia de la URSS, incapaz de atender a sus reclamos para los preparativos más imprescindibles hasta que “nos explicaron que había que hablarlo en el comedor, que había que decir que con lo que admirábamos a la URSS, qué gran país, no consiguiéramos solución a estos problemas”. Funcionó en 24 horas gracias a los atentos espías que escuchaban al otro lado de los micrófonos ocultos en la vivienda del embajador.

Más gracioso aún fue cuando detalló que los espías soviéticos tenían como costumbre boicotear los matrimonios de los diplomáticos extranjeros para luego alegrarles la vida al conocer tras la ruptura a jóvenes rusas de buen ver. “Mi madre sí creía más en fantasmas, y ellos lo sabían”, detalló, por lo que les contaron que vivían “en la residencia de un antiguo comerciante moscovita donde se había producido un terrible crimen”.

Incluso, le hicieron escuchar los lamentos de un supuesto espíritu en el lugar, “pero mi madre se percató a tiempo de que Sasha [nombre dado al fantasma] hablaba en un castellano sorprendente para ser de Moscú”.

ACTUALIDAD

No orilló tema alguno de actualidad Carmen Posadas sin que ello la llevase a exposiciones argumentales ajenas a su evidente estilo de concretar en ideas fuerza. Sobre la crisis de credibilidad actual, razonó que, “paradójicamente, hay tal sobreinformación que la mentira tiene más peso que nunca, porque, además, si solo se informan con los de su cuerda, nunca contrastan los datos”, advirtió.

Mezclando su conocimiento de la Guerra Fría y vivencias posteriores con el tema del espionaje, reconoció que “desde las Torres Gemelas no han dejado de pasar tantas catástrofes que hasta incluso nos hace añorar lo claro que era antes todo”. Calificó tal terrible atentado como “un fallo de inteligencia brutal (…) En la CIA se relajaron tras la caída del Muro de Berlín y contrataron a menos personal. Apenas tenían traductores de árabe. Hoy en día, el director de la CIA habla ruso y árabe. ¡Supongo que le falta saber chino!”, bromeó.

Autodefinida como “postfeminista”, Posadas entiende que “mientras en el tercer mundo se ha avanzado poquísimo, acabo de estar en Doha y es terrible, aquí se ha avanzado muchísimo, pero cayendo en un victimismo como coartada, porque no son capaces de solucionar lo que nos importa a las mujeres, como es la brecha salarial, los techos de cristal y la conciliación familiar”.

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