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Carmen Posadas y Espido Freire reflexionan sobre el mito y la vigencia de Don Juan Tenorio

Luis Alberto de Cuenca defiende que el clásico barroco atribuido a Tirso de Molina fue escrito por Andrés de Claramonte en las jornadas organizadas por la Fundación Cajasol ‘¿Qué nos queda de don Juan?’

La Fundación Cajasol está celebrando este martes la VII edición del ciclo ‘Letras en Sevilla’, que este año dedica a la figura del Tenorio bajo el título ‘¿Qué nos queda de Don Juan?’. Como viene siendo habitual en otros años, los anfitriones de este evento son el escritor Arturo Pérez-Reverte y el periodista Jesús Vigorra. En cuanto a las invitadas en la primera charla, las protagonistas han sido las escritoras Espido Freire y Carmen Posadas.

Espido Freire ha comentado que «Don Juan está en actitud constante de defensa y eso tiene que ver con los raptos de los mitos clásicos, como el de Zeus, y también se relaciona con el desafío divino y el desafío a la propiedad privada. Don Juan Tenorio sigue muy vivo, pero si nos lo tomamos en serio nos quedaríamos en terrenos muy oscuros. Si nos lo tomamos más en broma, este personaje es como el fanfarrón de las comedias y de los bares. En la mayoría de las adaptaciones del siglo XIX, a Don Juan se le representaba como muy joven, pero en la última parte de la obra de Zorrilla es muy anciano, pues tenía 48 años».

Preguntadas por si Don Juan es más un violador o un seductor, Carmen Posadas ha asegurado que «en el Don Juan de Zorrilla está la cuestión del honor. Cuando un hombre le pone los cuernos a su mujer, la mujer no tiene problemas con el honor, pero si los cuernos se lo pone la mujer al hombre, sí está en juego su honor». «Esa relación de poder con la mujer ha desaparecido. Un violador es alguien que fuerza a alguien, pero un seductor intenta proponer algo lícito a una mujer. Don Juan puede engañar, pero violar es otra cosa. Lo que le divierte a don Juan no es acostarse con las mujeres, sino alardear de eso».

Espido Freire ha añadido que «tengo mis dudas de que Don Juan no sea un violador. A Doña Inés no la viola, pero lo que ocurre con doña Ana es muy dudoso, porque lo que hace es sustituir al esposo. El Don Juan típico no es un violador, lo que hace es atropellar la virtud y arruinar las vidas de las mujeres. Cuando regresa Don Luis, ve que Don Juan le ha estropeado la vida. Está atropellando la vida de muchas mujeres, pero eso a él le da igual». «La persona que yo quisiera como mejor amigo no es Don Juan, hay límites. Pero también está lo que él calla. En Roma quisieron apalearlo», ha subrayado la autora de ‘Melocotones helados’.

Llegados a este punto, Pérez-Reverte ha dicho que «cuando yo era joven una mujer seducida y que se quedaba embarazada se quedaba fuera. Se quedaba aparcada para toda su vida». Sobre esta cuestión, Espido Freire ha apostillado que «todo eso depende también del entorno, y si era madre soltera. Don Juan era una persona sin moral. En la obra de Zorrilla lo comparan constantemente con el diablo. Que los amigotes lo vean como alguien admirable ha pasado siempre. Don Juan es una persona que causa admiración. Su concepto de honor no se relaciona con la honra, sino con algo muy moderno, una marca personal».

Por su parte, Jesús Vigorra ha citado una frase de Ortega y Gasset en la que decía que «todo español llevaba un don Juan dentro». Igualmente se ha preguntado que «¿por qué don Juan se ha tomado como modelo? Unamuno no podía ni ver a este personaje y el mismo Zorrilla renegó al final de su vida de don Juan Tenorio».

Carmen Posadas ha dicho que «no he conocido a personajes que alardeaban de Don Juan, pero iban de Don Juan. Conocí cuando yo era joven a Luis Miguel Dominguín, que era ya un hombre adulto. Don Juan no es como un Casanova, que quería que las mujeres disfrutaran. Luis Miguel Dominguín era un Casanova porque quería que las mujeres disfrutaran y además él se enamoraba aunque cambiaba de novia cada poco tiempo. Él se enamoraba y eso es imbatible porque era Luis Miguel Dominguín».

Freire ha añadido que «don Juan se desinfla mucho ante las mujeres que se ríen de él. Doña Inés es una víctima propicia. Don Juan intenta que las mujeres no sepan nada de él con anterioridad. El Don Juan de Zorrilla va sobornando a todas las personas. Va construyendo un aura y luego desaparece lo más rápido posible para que nadie enturbie su imagen. Encontrarte con un Don Juan crepuscular quizás te lleve más a la ternura».

Carmen Posadas ha puntualizado igualmente que «siempre ha existido una atraccion hacia el canalla. He leído que las mujeres, según su estado menstrual, se sienten atraídas por distintos tipos de hombres. Si está en el periodo de menstrución, la mujer busca un hombre muy guapo y más canalla para perpetuar la especie. Don Juan nos atrae ahora más porque en el fondo nos trata de tú a tú».

«Dependiendo de que te guste o no la seducción se puede ser más o menos vulnerable. Con personas como Don Juan nunca hay que bajar la guardia. No menospreciaría el poder de don Juan. Es una persona que domina la palabra y que le escribe cartas a Doña Inés. Yo creo que la palabra sí es importante en don Juan. En Doña Inés no hay engaño y carece de cualquier herramienta básica. En cambio Don Juan sí engaña y le hace creer cosas. Constantemente alardea de su palabra y su valor, pero luego va a tirar todo eso por tierra», aclara Espido Freire.

Esta autora ha comentado además que tenemos la interpretación posterior que hace Clarín en ‘La regenta’. «Don Álvaro escapa sin ningún castigo ni culpa. Don Víctor está obsesionada con el Don Juan. Aquí el que recibe el castigo es el marido burlado. Don Álvaro es junto al marqués de Bradomín lo más parecido al don Juan».

En cuanto a si Don Juan tiene una lectura positiva como herramienta educativa en las aulas, Posadas ha señalado que «la figura del don Juan no ha desaparecido. El mito no ha desaparecido. Los estudiantes deberían de aprender de memoria pasajes. En Inglaterra los alumnos aprenden de memoria pasajes de obras de Shakespeare. Eso se ha perdido en las escuelas porque ya no se memoriza nada».

Sobre esta cuestión, Freire ha indicado que «si abordara el Tenorio en el aula, lo haría con dos vertientes: que es una obra del siglo XIX, pero que nos habla del siglo XVI. Hablaría y contextualuzaría esas dos épocas. Abriría también el debate de la ficción. La escena final. La interpretación contemporánea de los fantasmas hoy en día es distinta. Don Juan tiene alucinaciones tras haber contraído la sífilis. Hay que distinguir el concepto de fantasmas con la enfermedad y la locura. Según qué edades, puede ayudar a aprender literatura e historia mejor que otras obras».

También el debate ha reflexionado sobre el poder que ejercen las redes sociales. En ese sentido, Carmen Posadas ha recordado que últimamente ha habido un caso de donjuanismo en Tinder. «Hoy en día con las redes sociales se puede engañar a las mujeres. Un anciano se puede poner una cara joven».

Intervención de Luis Alberto de Cuenca

En la siguiente conferencia ha intervenido el poeta Luis Alberto de Cuenca. Este ha comentado que «la primera vez que accedí al mito de don Juan fue a través de un libro de Víctor Said Armesto de la colección Austral, ‘La leyenda de Don Juan’. También había un estudio ejemplar del convidado de piedra de la colección Austral de Menéndez Pidal. En don Juan se fusionan dos temas en uno, sobre todo en el de Tirso: el del convidado de piedra, que es un tema folclórico antiquísimo, con el del niño malcriado. El convidado de piedra desarrolla un asunto que se ha tratado en muchas ocasiones: invitar a cenar a un difunto al que has matado previamente».

De Cuenca ha añadido que hay estudios actuales que han revelado que ‘El burlador de Sevilla o el convidado de piedra’ no es de Tirso de Molina, sino de Andrés de Claramonte:«Por el tipo de redacción y de sintaxis se ajusta más a Claramonte». «Don Juan es un narcisista que linda con la psicopatía. El barroco es muy de castigar a la gente, mientras que el romanticismo lleva más a la salvación. Hay muchos romances que remiten al tema del convidado de piedra. También hay obras de teatro de Juan de la Cueva que tratan este tema».

Este poeta ha añadido que «Zorrilla es un escritor prodigioso y su Tenorio es teatro puro hasta límites insospechados. Le cogió manía al personaje porque no cobró un real desde que se estrenó la obra hasta que murió. Publicó también una zarzuela sobre el personaje y un libro de leyendas, pero donde más éxito alcanzó fue con el ‘Don Juan Tenorio’, que escribió apenas en unas semanas. La Real Academia tiene el original de Zorrilla y luego hizo un facsímil. El Tenorio de Molière es amoral, mientras que los de Tirso y Zorrilla son inmorales y no siempre».

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