Entrevista a Carmen Posadas en Fundación Grupo Eroski
La escritora Carmen Posadas, premio planeta en el 98, recibe a Idea Sana recién publicado su último libro, a la sombra de Lilith, un ensato sobre la igualdad de sexos que ha escrito junto a Sophie Courgeon. Nacida en Uruguay, de nacionalidad española, Posadas es una viajera incansable que ha vivido en Inglaterra, Rusia y Argentina. Será una de las protagonistas del Foro Idea Sana «Literatura y bienestar» que se celebrará a principios de año en málaga.
Idea Sana: Fuiste Premio Planeta en el 98 con la novela Pequeñas Infamias. ¿En qué te ha ayudado ese premio en tu carrera?
Carmen Posadas: Para mí hay como un antes y un después del premio. Aunque mis libros de literatura infantil ya estaban traducidos, el gran cambio viene después del Planeta. Pequeñas infamias se tradujo primero al francés, fui best-seller durante un año y, partir de ese momento, fue traducido hasta a 20 idiomas, incluido el chino. Le debo mucho a ese premio.
I.S.: ¿Cómo fue tu despertar como escritora?
C.P.: Yo era una niña muy introvertida en una familia en que todos eran brillantes, decían unas cosas fantásticas y contaban unas historias geniales… Y a mí no se me ocurría nunca nada. Así que me iba a mi cuarto y escribía. Fue así como empecé a escribir mis propias historias.
I.S.: Has contado en alguna ocasión que no escribiste tu primera novela hasta que cumpliste los 40 años. ¿Qué te frenaba a hacerlo hasta ese momento?
C.P.: Bueno, creo que todo son explicaciones freudianas. Mi padre era un gran lector, le gustaba muchísimo la literatura. Es ese tipo de persona que aprende griego clásico para leer a Homero y ruso para leer a Tolstoi. Entonces, la literatura era como el territorio de mi padre y yo me sentía como en inferioridad de condiciones… y además, como nunca fui a la universidad, pues todavía peor. Empecé escribiendo para niños, hice cuentos, luego guiones de cine, de teatro, de televisión, pero nunca me atrevía con la novela porque me parecía que eran palabras mayores hasta que un día una editora me propuso escribir una novela rosa. Yo le dije: ‘no, no, para arruinar definitivamente mi reputación, ya es lo único que me faltaba’. Pero me dijo que lo podía hacer bajo un pseudónimo, y entonces me pareció una idea buenísima para practicar a ver qué tal se me daba el género. Y la publiqué… y es una novela que anda por ahí con otro nombre, que va muy bien. Después ya me animé a escribir mi primera novela, Cinco moscas azules.
I.S.: Has tocado casi todos los géneros literarios: cuento, novela, teatro, ensayo, guiones… ¿Con cuál disfrutas más escribiendo?
C.P.: No es que uno me guste más que otro, sino que depende de los temas toco uno u otro. Por ejemplo, yo quería hacer un ensayo sobre las mujeres y el poder, que al final se ha convertido en A la sombra de Lilith que no es estrictamente eso, pero sí habla de las mujeres y el poder. Ahora estoy escribiendo un libro sobre la maldad de los cuerdos, no de los locos. Es tan inquietante intentar descubrir por qué la gente es mala. Y me he dado cuenta que tengo que escribir sobre niños porque son perversos (risas). Y me parecía que cuadraba en una novela.
I.S.: Como nos has contado, empezaste tu carrera literaria escribiendo cuentos. Hay escritores, colegas de profesión, que consideran el cuento como un género menor, ¿qué les responderías?
C.P.: Pues que, obviamente, nunca han escrito un cuento porque es un género muy difícil. Hacer un buen cuento es casi más difícil que hacer una buena novela porque en el cuento se la juega uno en un espacio muy reducido: tienes que crear una situación, crear unos personajes, una atmósfera, un mundo, desarrollarlo y cerrarlo. El cuento no está muy bien considerado simplemente en la cultura nuestra porque en la cultura anglosajona, por ejemplo, tiene mucha más cabida.
I.S.: ¿Quienes son más exigentes como lectores, los niños o los adultos?
C.P.: Yo creo que los niños. Los adultos pueden leerse una novela porque se lo dice su vecina o porque consideran que van a culturizarse o van a aprender algo. Pero a los niños, si les aburre un libro, lo tiran a la segunda línea. Para mí ha sido un aprendizaje buenísimo escribir para niños porque si yo consigo atrapar la atención de un niño, me resulta más fácil atraer la atención de un adulto.
Comentarios de su último libro, A la sombra de Lilith
I.S.: Tu recién publicado libro es un alegato en favor de la igualdad entre sexos, ¿estamos cerca de conseguirla?
C.P.: Nosotros hablamos de que somos diferentes, pero no por eso inferiores, ni nada por el estilo; y tampoco queremos ser igual que los hombres porque menudo aburrimiento. A tu pregunta de si estamos lejos, yo creo que habría que hacer una diferenciación entre el primer mundo y el tercer mundo. En el primer mundo, las mujeres ya hemos conquistado un montón de cotas de libertad y de independencia, y estamos cerca de conseguir la igualdad entre géneros; aunque nos quedan algunas cosas, como por ejemplo, el tema de los salarios que siguen siendo distintos. En cambio, en el tercer mundo estamos igual que en la Edad Media, prácticamente. No se ha evolucionado casi nada.
I.S.: ¿Hemos avanzado en estos últimos 30 años más que en muchos siglos juntos?
C.P.: Sí, los cambios sociales ahora son trepidantes. Antes tardaban en conseguirse, primero, millones de años; luego, miles de años; después, cientos de años; y ahora estamos en décadas, casi. Y el gran cambio en la mujer, a mi modo de ver, ha sido la revolución de la píldora, cuando las empiezan mujeres tienen libertad de escoger si quieren tener hijos o no, retrasarlos o decidir el número de hijos. Esa es la gran liberación de la mujer que puede incorporarse al mundo laboral sin que eso le resulte un problema en su vida familiar. Sigue siendo difícil de compartir la maternidad con la vida laboral, como todos sabemos, pero no como antes.
I.S.: Aún así hay muchas mujeres que dejan de tener hijos para tener una vida profesional plena.
C.P.: Sí, pero es que antes ni siquiera tenían la oportunidad de decidir si querían tener hijos o no, tenían todos los hijos que mandaba Dios.
I.S.: Compartes la factura de este libro con Sophie Courgeon, ¿cómo es la experiencia de compartir autoría?
C.P.: Yo había escrito guiones con otras personas, pero nunca había hecho un libro. Sophie me ayudó con la documentación de un libro anterior titulado Un veneno llamado amor, nos sobró una cantidad de información interesante y pensamos que valía la pena recogerla y de ahí sale Lilith.
I.S.: ¿Cómo prefieres trabajar, sola o en compañía?
C.P.: Normalmente, prefiero trabajar sola porque soy una persona muy individualista y no se me da bien trabajar con otras personas. Pero con Sophie ha sido muy fácil porque ya habíamos trabajado juntas antes y había visto que más o menos ya teníamos un ‘training’ de trabajo compartido, y ha sido divertido. Ha sido una experiencia muy enriquecedora para mí porque yo siempre he sido muy solitaria.
I.S.: ¿Cómo organizas tu tiempo a la hora de encarar la creación de un nuevo libro?
C.P.: Tengo una disciplina férrea. Me levanto muy temprano y trabajo –pase lo que pase– desde las ocho de la mañana hasta las dos y media del mediodía; luego, normalmente, tengo algún almuerzo y salgo del trabajo; y por la tarde me dedico a las labores propias de mi sexo. Ahora, por suerte, bastante más descansadito porque mis hijas son ya mayores. Y muchas veces dedico las tardes a leer, todo lo posible.
Alimentación y costumbre saludables
I.S.: En Idea Sana resaltamos, entre otros asuntos, la importancia de tener una dieta equilibrada y practicar deporte. ¿Cumples estos preceptos de vida saludable?
C.P.: Yo lo intento muchísimo. Hago gimnasia, pero sólo diez minutos, que suena a birria, pero lo hago todos los días; y después juego a tenis, una vez por semana. Esa es mi rutina de deporte. Y con la comida, pues como lo que me da la gana, me gusta mucho comer, disfruto un montón.
I.S.: ¿Qué tipo de platos o comidas prefieres?
C.P.: Como soy sudaca, me encanta la carne. Yo como carne todos los días.
I.S.: ¿Cómo es tu desayuno en un día de trabajo? ¿Es distinto al de los fines de semana?
C.P.: No, es igual porque yo trabajo mucho los fines de semana. Aprovecho para trabajar porque no suena el teléfono, no tengo vacaciones nunca. Mi desayuno es Nesquik, como los niños, y tostadas con mantequilla y Bovril, que es como extracto de carne. Es una manía que me quedó del colegio en Inglaterra, o sea que yo desayuno salado, en realidad.
I.S.: Cuándo haces la compra, ¿qué prefieres, supermercado o pequeño comercio?
C.P.: Me encanta ir al supermercado, me divierte muchísimo. Por ejemplo, me lo paso fenomenal buscando a ver qué ha salido, qué es lo último, qué nueva lata de verduras hay… Y el mercado me gusta, pero me lleva mucho tiempo y es un poco de lío con las bolsas.
I.S.: ¿Haces la compra ‘online’ o prefieres escoger los productos en la tienda?
C.P.: No, no. No hago nada ‘online’, soy la catástrofe de la informática. Ni siquiera uso mucho Internet.
I.S.: En la gala de presentación de la nueva programación de RTVE anunciaron un programa de entrevistas que vas a presentar. ¿Cómo va a ser?
C.P.: La idea es hacer un programa de entrevistas a mujeres que han hecho algo importante, pero que a lo mejor no son muy conocidas para gran público, como Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto, o Rosalía Mera, cofundadora de Zara.
I.S.: ¿Que te ha animado a embarcarte de nuevo en un proyecto televisivo?
C.P.: Hace mucho tiempo hice un programa de libros, y me han ofrecido más cosas de televisión, pero con lo de la telebasura… no encontraba nada que cuadrara. Esto sí que parecía una cosa interesante porque es un poco más serio y, al mismo tiempo, me da la posibilidad de conocer a mujeres a las que a lo mejor, si no, no tendría acceso. Y también es un reto, a mi me encanta probar cosas nuevas.
I.S.: Danos tres Ideas Sanas que en tu vida te aporten algo positivo.
C.P.: Yo como soy muy autocrítica y estoy todo el día flagelándome, de vez en cuando me doy un premio: un trocito de chocolate. Después, dormir lo más posible. Yo tengo la mala suerte de que necesito dormir mínimo siete horas, y si no, soy un cadáver, así que me acuesto tempranito. Y por último, pasear. Los días que termino temprano de trabajar, me gusta ir a pasear
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