Gervasio y Carmen Posadas, cocina con diplomacia
Mano a mano, con gran complicidad, han materializado Hoy caviar, mañana sardinas (Ed. RBA), una novela en recuerdo de su madre. En ella cuentan todo lo que se cuece en los fogones de la casa de un diplomático. Esta historia les ha hecho ganar el premio Sent Soví de literatura Gastronómica.
Aseguráis que esta obra es un homenaje a vuestra madre, ¿por qué?
Carmen: Sí, porque es un libro que ella siempre quiso escribir. Le apetecía narrar anécdotas de la vida diplomática, cosas que nos habían pasado, mezcladas con recetas de cocina.
¿Es una novela?
C. No, es como una especie de diario que escribe mi madre sobre todas las cosas que nos iban pasando. Después hay algunas réplicas nuestras. Mi madre cuenta una anécdota y luego nosotros narramos cómo la vivimos desde nuestro punto de vista.
¿Es para reír o para aprender?
Gervasio: Es principalmente para reír. La mayoría de las anécdotas son cómicas… Nos hemos dado cuenta de que tenemos una vida muy pintoresca.
¿Habíais hecho antes algo relacionado con la gastronomía?
G. No, nunca, lo que pasa es que yo soy muy aficionado a la cocina.
C. Es cierto, somos tres hermanos y él es el cocinitas de la familia. Dicen que a las mujeres se las conquista también por el estómago…
G. Algo de cierto puede tener esta frase.
¿Qué es lo mejor de escribir?
C. Ver que hay cosas que no habías pensado y, de repente, las escribes y te das cuenta de que te han sucedido.
G. Lo que más me divierte es la capacidad que tiene el escritor de jugar con las situaciones, ese poder de maltratar a sus personajes: a éste lo mato, al otro lo hago rico… Es muy divertido, como estar jugando con una Playstation pero a lo bestia.
¿Existe alguna norma imprescindible para ser un buen diplomático?
G. Creo que, como se suele decir, la norma básica es saber escuchar siempre y hablar poco.
C. Yo creo que hay que ser un magnífico actor, un día tienes que hacer de Matahari, y otro te toca ser el buen pastor. En todo momento estás cambiando de papeles, de caretas.