La Bella Otero, de Carmen Posadas en el-buscalibros.com
La Bella Otero fue una de las cocottes que más pasiones levantó en la Europa de la Belle Époque. La Otero, junto con Emilienne D´Alençon y Lianne de Puogy fueron llamadas las Tres Gracias, y compartieron, como cortesanas de la época, las atenciones de los hombres más ricos y poderosos del continente europeo antes de la I Guerra Mundial.
Carmen Posadas nos traza en esta biografía los brillos y las sombras de La Otero, una artista de finales del siglo XIX y principios del XX, que sin cantar bien y sin ser una gran bailarina consiguió que los hombres cayeran rendidos a sus pies. Parte de su éxito se debió al fuego que muchos de los que la conocieron afirmaban que tenía, fuego que ardía en su mirada, fuego que se materializaba en sus arrebatos de ira, y que llegaron a ser parte de su encanto. Según sus contemporáneos era bella, y encajaba perfectamente en los cánones de belleza femenina de la época. Y debió ser así, pero vista a través de los ojos de nuestro tiempo actual no nos parece tan bella, y nos cuesta creer que la mujer de las fotos fuera la misma por la que incluso algunos hombres llegaron a suicidarse, después de haber sido rechazados por ella.
En La Bella Otero, Posadas nos intercala los episodios biográficos propiamente dichos con capítulos novelados que imaginan los últimos días de una anciana Carolina Otero, que en su habitación de Niza va recibiendo, uno a uno, los fantasmas de quienes conocieron el esplendor de La Bella. Esta biografía de Carmen Posadas se centra en los cuarenta primero años de la vida de Agustina Otero, pues ese era su verdadero nombre. Conoceremos sus humildes orígenes en Galicia, y como después de un traumático episodio en su niñez decide escaparse para terminar en Marsella ejerciendo la prostitución. Y será en Marsella donde conocerá al hombre que cambió su vida, Jurgens, su primer agente, quien la pulió y transformó en Carolina Otero, La Bella Otero, la exótica bailarina andaluza de origen aristocrático que fue amante de los reyes más poderosos de la época, como Leopoldo I de Bélgica, el Kaiser Guillermo II o el Zar Nicolás II.
Pero ser la cortesana de tantos hombres y tan poderosos no menoscabó su persona, al contrario, en el París de la Belle Époque las mujeres como la Otero eran codiciadas, dejarse ver del brazo de alguna de estas famosas cocottes saliendo de Maxim´s o paseando por el Bois de Boulogne era sinónimo de riqueza y poder. Uno no podía ser amante de La Bella Otero si no estaba dispuesto a gastarse en ella un considerable fortuna en joyas, yates o mansiones. Pero desgraciadamente, la fortuna amasada gracias a amantes y actuaciones se la gastó Carolina en su única pasión, en el único amor por el que La Bella sintió una verdadera atracción, las ruletas de los grandes casinos de Europa como el de Montecarlo.
La Bella Otero, Sirena de los Suicidios, ´la horizontal´, Carolina, Lina…fueron los nombres por los que fue conocida Agustina Otero a lo largo de los intensos años en los que fue una de las mujeres más bellas de su época. Murió el 11 de abril de 1965 a la edad de 96 años, en la habitación de un humilde hotel de Niza, arruinada y rodeada de fotos y recuerdos en forma de recortes de periódico, los únicos testimonios del glorioso pasado de La Bella Otero.
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