La maestra de títeres
Beatriz Calanda quería que su vida fuera perfecta y estaba siempre como en una vitrina, nunca bajaba la guardia. Fabricaba la verdad.
La escritora uruguayo-española Carmen Posadas, experta en encontrar esas ‘pequeñas historias’ (petite histoires) que están en el inconsciente colectivo del ser humano, nos deslumbra con su nuevo libro La maestra de títeres , que presentó en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Tal como expuso en el acto, se le ocurrió esta intrincada historia releyendo en el verano –cuando tiene tiempo de leer libros clásicos y largos— La Feria de las vanidades , novela inglesa cuyo título original es ‘Vanity Fair: A novel without a hero’, escrita por William Makepease Thackeray, que se publicó en 1847 y en la que hace una crítica satírica a la sociedad inglesa de inicios del Siglo XIX. Esa novela, que dio paso al título de la famosa revista estadounidense, es considerada un clásico y se le ha llamado, por la BBC de Londres, la ‘novela más querida’ del Reino Unido.
Ya en anteriores ocasiones Carmen Posadas –que además de haber ganado el Premio Planeta en 1998, es la Presidenta del Jurado de ese galardón, considerado el Premio Nóbel de las letras españolas— nos había sorprendido con libros que rescatan pequeñas historias de grandes protagonistas o escenarios, como lo son la XIII Duquesa de Alba (su libro anterior es La hija de Cayetana ), la Revolución Rusa ( El testigo invisible ), la vida de Teresa Cabarrús, la dama española que, según cuentan, logró acabar con el terror en la Revolución Francesa ( La cinta roja ) o Carolina Otero ( La Bella Otero ), una de las figuras más destacadas de la ‘Belle Époque’. En La maestra de títeres Posadas no solo rescata personajes de unos años sumamente convulsionados en España y los países que consideraban, los conquistadores, ‘las Indias’ (las colonias americanas) sino formas de hablar, modismos y costumbres que nos subyugan por la fina y evanescente entelequia con que están adheridos a la historia de Beatriz Calanda, una dama que se casó cuatro veces y tuvo cuatro hijas.
LA GRAN ORQUESTADORA
Se marcan tres épocas bien diferenciadas en la novela, los años 50, los 70 y la actual y se desgrana la vida y miserias de diferentes hombres y mujeres. Beatriz es una mujer que podría llamársele en el argot de hoy influencer porque su vida gira en torno a lo que ella quiere proyectar, a cómo vive, su familia, hasta el tamaño de calzado que usa. Es el retrato de una sociedad. Dentro de esa pantalla hay críticas a esa sociedad y a la transición española en su momento.
El ejercicio del autor de la Feria de las Vanidades de Thackeray fue tomar un personaje y de alguna manera introducirlo en la corte inglesa, de manera que la pudiera retratar. A Carmen se le ocurrió hacer algo parecido con un personaje de nuestra época, que no ha hecho nada de mucho mérito pero que siempre está en las revistas del corazón. Esa es Beatriz Calanda, y a partir de ella fueron surgiendo los personajes de su entorno familiar como Ina, su madre, que es todo lo contrario a ella, que es soñadora, que se enamora de los hombres (que para la autora es una calamidad, según dijo entre risas en la presentación). Ina nace en Bolivia y es adoptada por unos ‘indianos’, españoles que hicieron fortuna en el llamado ‘nuevo mundo’ y se mudan a España cuando la chica tiene 18 años. Beatriz, por su lado, también tiene una historia detrás, nace en Inglaterra y se va a España, donde sus abuelos, a la misma edad que su madre, coincidiendo con los años 70, fin de la época franquista y marcada por la transición del país.
Todas las historias se van entrelazando y al final todas convergen. Se nota una profunda documentación y así lo corroboró ella en la presentación. Dice Carmen que andaba con una libretita apuntando lo que pudieran decirle personas de esa época, cómo se vestían, qué comían y cómo se comportaban. Lo que cambia es el decorado de cada época que ella recrea, pero en la vida de sus protagonistas se reivindica el dicho de que ‘siempre tropezamos con la misma piedra’.
A pesar de que todo estaba expuesto, porque Beatriz Calanda vivía de eso, de ventilar su vida, nada es lo que parece y el final es el más inesperado. Vendía una vida perfecta que estaba muy lejos de ser tal.
La autora es una experta en mirar qué hay detrás de la máscara que todos llevamos. Según aseveró, ahora nada se puede ocultar, estamos a un ‘click’ de conocer las interioridades de todo el mundo. Los mentirosos tienen ventajas ahora porque se fabrican y se venden como lo que no son.
En cuanto a la historia, Ina tiene un pretendiente guapísimo y otro que es un maqui* y al final se va con el último. La escritora tenía que contar cómo era esa España que se recuperaba después de la guerra, con el gran peso que suponía el franquismo, donde la gente no quería saber ni opinar sobre Franco, pero había una gran oposición.
Los que no hemos estado sumergidos en esa época podemos entender perfectamente lo que vivían los protagonistas a través de sus descripciones. En el caso de las novelas de Carmen Posadas, los hombres son personajes importantes. Todos aportan, y en el caso de Beatriz, además de una hija, —cada una adopta una personalidad del padrastro que la cría— un estilo de vida diferente. Según ella, ‘Las mujeres tenemos ventajas sobre los hombres, porque tenemos la óptica de ellos’. Aquí los personajes masculinos no son dependientes de los personajes femeninos.
Es importante lo que se deduce, de que no hay familia que no guarde secretos. A las hijas de Beatriz les toca descubrir los secretos de sus padres. Carmen es fanática de las simetrías, todas tienen su protagonismo a la misma edad.
Los procesos históricos están bien representados en cada época en la que vivían. En los años cincuenta había costumbres condicionadas por el peso de la religión. Y los matrimonios eran concertados, no existía un gran amor y estaba aceptado que, al cabo de unos años, cada uno tenía sus amantes. Carmen rescata costumbres o dichos como lo que se llamaba ‘la fila de los mancos’, en los cines, cuando se iba con chaperón. Igual, las chicas que marcaban ‘penalties’, o sea las que quedaban embarazadas y después tenían ‘sietemesinos’.
Cuidadosa de sus fuentes e investigaciones, en esta novela encaja con hechos ocurridos, como que en los años 70 ETA hizo varios atentados y uno de sus personajes muere en un vuelo. Otro de sus personajes, Estela o Lita, es clave para el desenlace y durante toda la historia va muy velado.
Es una novela muy complicada de escribir , porque tenía muchas ventanas abiertas, al final, mientras la leía, le preguntaba cómo cerraría esa historia tan intrincada, y realmente el cierre es magistral, de lo más inesperado pero que deja todos asombrados y complacidos. Y mejor que sea así porque cuántas buenas historias se estropean por un final precipitado y que no deja a nadie satisfecho.
No es una historia lineal, pero todos los planos están perfectamente encajados en el cuerpo de la novela. Carmen nunca sabe qué va a pasar (dice que es una escritora ciega), y a veces se le va tejiendo una red que va dándole pistas de por dónde seguir. No hay ningún personaje que no sea importante.
Las voces y los modismos tienen una razón, porque como ella mismo dijo, es ‘sudaka’ y vive en España y se fija mucho en cómo hablan las personas. Por eso los diálogos tienen sus variantes, dependiendo de dónde o en qué época están. Para entender los modismos de la España de los años 50 le ayudó mucho la novela La Colmena de Camilo José Cela.
La maestra de títeres es una historia fluida, no puedes dejar de leerla y no te imaginas cómo va a terminar esa complicada trama, que es un deleite. Beatriz Calanda quería que su vida fuera perfecta y estaba siempre como en una vitrina, nunca bajaba la guardia. Fabricaba la verdad. Carmen Posadas nos ha entregado una novela fuera de serie y la vendrá a presentar en Panamá en abril.
* Se les dice maquis a los guerrilleros antifranquistas que siguieron luchando después de que se terminó la Guerra Civil.
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