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La palabra del año

Por estas fechas, distintas instituciones, como en España la Fundéu, promovida por la Real Academia de Lengua, o en Inglaterra el Diccionario Oxford, eligen una palabra que simbolice y resuma lo que ha sido el año. Así, y por ejemplo para la Fundéu, la palabra del 2020 fue “confinamiento”; la del 2021 “vacuna “; la del 2022 “inteligencia artificial”; la del 23 “polarización”. Para el Diccionario Oxford por su parte la palabra del 2022 fue “mujer” y la del 23 “rizz” (que más o menos se puede traducir por la capacidad de camelar o engañar). La expresión elegida por esta prestigiosa entidad para el 24 es “brain rot” que viene a ser el deterioro del estado mental o intelectual de una persona como consecuencia del sobre consumo de contenidos en internet. Como digo, entidades muy diversas en todo el mundo escogen su palabra-resumen del año, pero yo entre todas me quedo con la elegida por el diccionario Macquarie y es esta: “enshitification” o “enmerdificación”, término que no existe en nuestro idioma (denle tiempo), de modo que dejémoslo de momento la acción de enmerdar.  Según leo, la expresión la acuñó hace unos años Cory Doctorow, un conocido escritor y activista tecnológico canadiense, para hablar del “deterioro gradual producido por la reducción de la calidad del servicio prestado por plataformas en la red”, es decir, por Twitter, ahora convertido en el trumpista y errático X, o por Facebook, en origen diseñada para encontrar amigos, colonizada ahora por unos maromos y maromas desconocidos que ponen posturitas. Este término, circunscrito en origen al ámbito de internet puede extrapolarse a otras esferas, muy especialmente a la de la política. Todo anda muy enshitificado (digámoslo en inglés, que hasta suena fino) últimamente. No ha más que ver el deterioro que se ha producido en las declaraciones públicas, las lindezas que se dicen los responsables políticos, incluso al hablar de mandatarios de otros países, circunstancia que tuvo uno de su momento cumbre cuando Oscar Puente acusó a Milei de “consumir sustancias”, lo que tuvo como consecuencia un conflicto diplomático de dimensiones considerables que muchos aplaudieron. Porque, ya se sabe, el presidente argentino es un fascista, así que yo digo de él lo que me da la gana y a ver qué pasa. No creo que sea necesario que enumere aquí a los enshitificadores más consumados, los virtuosos del ventilador, los tahures del fango; son tantos que me ocuparían medio artículo. Para mí, el dato más interesante de este enmierde general de la vida pública es uno que también especifica Macquarie al explicar por qué ha elegido este lindo término como palabra del año. Según este diccionario, la gran paradoja actual es que, cuanto más se enmierda el ambiente, más natural parece. Porque, al fin y al cabo, opinan muchos, ¿qué hay de malo en decir todo lo que a uno se le pasa por la cabeza? Y da igual si lo que el enmerdador dice es verdad o pura invención. No solo por aquello de calumnia que algo queda y el hecho de que una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad. También, y más terroríficamente, porque este tipo de actitudes crea su propio ecosistema en el que se vuelve “normal” lo que antes era irresponsable/ inmoral/ dañino o directamente abyecto. Y otro de los problemas del enmerdamiento general es que esta actitud se contagia más que un virus. Sobre todo si quien la prodiga es el Presidente de la nación más poderosa del mundo. Lindo panorama para empezar el año. Desde sus comienzos el siglo xxi nos salió pendenciero. Arrancó con la caída de las Torres Gemelas y desde entonces hemos tenido desde el cada vez más evidente debilitamiento de la democracia, hasta guerras altamente inflamables, pasando por una pandemia, varias catástrofes naturales así como la decadencia de instituciones internacionales que desde finales del la Segunda Guerra Mundial nos han servido como garantes de la convivencia. Comienza ahora el segundo cuarto de la centuria, y a ver qué nos depara la suerte. Quién sabe. Así como en tiempos decadentes los mandatarios son mediocres cuando no pésimos, en los complicados y oscuros es cuando surgen los grandes líderes. Si yo tuviera que elegir una palabra para comenzar el 2025 elegiría Esperanza. De esta nunca se puede tener bastante.

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2 Respuestas

  1. Edesio Doreste dice:

    Esperanza, una buena elección para comenzar el año. Mejor unida con la Fe, la certeza de lo que se espera. Sin olvidar la paciencia, compañera inseparable de la esperanza. De hecho, se alimenta, se nutre de esperanza y a su vez genera paciencia en un glorioso círculo divino. La paciencia no significa resignación, ni una actitud pasiva. Se trata de una actitud muy activa, un modo de luchar por la vida. Por eso se dice que “el que resiste, gana”. Paciencia, equivale,a ser fuerte, mantenerse firme, hacer algo con tesón a pesar de las contrariedades.… «La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte» decía Immanuel Kant. «Paciencia” y “Fortaleza”’, así llaman a los dos famosos leones de mármol que custodian la entrada principal de la Biblioteca Pública de Nueva York. Gracias y saludos,

  2. Susana dice:

    La calumnia lleva muchos años ya de funcionamiento. Un saludo

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