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Ni tan malo antes ni tan bueno ahora

Es interesante el caso Strauss-Kahn. Y también lleno de aristas y zonas oscuras. Por lo que a mí respecta, no me creí la primera versión de los hechos a través de los medios, y ahora que el caso ha dado un giro copernicano, tampoco me acabo de creer la segunda. Como recordarán, el ex director de Fondo Monetario Internacional, según las primeras impresiones, era un sátiro que, así, en frío, se lanzó sobre una camarera que pasaba el plumero en su habitación. Según el relato que ahora conocemos, la camarera no solo no fue violada sino que es una prostituta que cobró por sus servicios. Peor aún, es una perjura que mintió para conseguir asilo en los Estados Unidos y mintió también según una conversación que le grabaron. Una que –para consternación de sus abogados, que ya pensaban forrarse con el caso– mantuvo con un individuo que está en la cárcel al que le dijo textualmente: “Descuida, sé lo que estoy haciendo y este tipo tiene mucho dinero”. Tal como ocurre en este mundo sin matices que nos presentan los medios de comunicación, ahora la buena se ha vuelto mala y el malo no solo se ha vuelto bueno sino que muchos piensan que puede volver al mundo de la política en Francia. Como digo, no me creí la primera versión y ahora tampoco me creo del todo la segunda. Pienso que, por lo general, las cosas no son tan simples como se nos pintan en los medios y que estos juicios precipitados sobre las cosas rara vez responden a la realidad. Hagamos un poco de detectives y recordemos que S-K reconoció desde el principio que sí hubo sexo. Difícil no hacerlo –podría argumentar un desconfiado–, puesto que había semen por toda la habitación, incluidas las paredes (sic). También en el examen médico se descubrió que la mujer sufrió un desgarro vaginal. Negro panorama por tanto para el presunto sátiro. Yo, que por deformación profesional no puedo evitar imaginarme las escenas, reconstruyo así la primera reunión de S-K con su letrado, uno de esos abogados habilísimos (y bestialmente caros) que lograrían exculpar al mismo Belcebú. Como es lógico, lo primero que ellos suelen decir a sus defendidos es: “A mí ni una mentira, cuénteme exactamente todo, aun con los detalles más escabrosos”. A partir de ahí y, visto que S-K reconoció desde el primer día que había habido sexo pero fue consentido, no era difícil deducir que toda su línea de defensa iba a basarse primero en desacreditar a la víctima, y segundo en demostrar, a ser posible, que era prostituta. Y lo consiguieron porque –aparte de que poderoso caballero es don dinero y más aún si se pone en manos de un abogado que se las sabe todas– en los Estados Unidos son muy sensibles a las mentiras y a esta mujer la pillaron en dos muy incómodas. Me arriesgaré a exponer aquí mi deducción de qué fue lo que pasó. Para mí que ella acordó tener sexo con Strauss-Kahn a cambio de dinero, pero en ningún momento esperaba el rough sex [sexo duro] que pretendía él, y por eso decidió denunciar violación. Lo malo es que la violación es un delito que se castiga en USA con hasta veinte años de cárcel, mientras que el rough sex, cuando es pagado, flota en una de esas nubes legales límbicas (y a veces muy injustas) de las que son víctimas muchas personas y no digamos las prostitutas. Ahora el culebrón continúa, porque una joven escritora francesa ha decidido denunciar otro intento de violación por parte de este individuo cometido en 2002. Es muy difícil que prospere, puesto que los hechos no se denunciaron en su momento, pero aún así, tal vez este segundo caso sirva para poner sobre el tapete las prácticas privadas y la escala de valores de este señor. Porque lo que es palmario es que Dominique Strauss-Kahn, a pesar de ser inocente de violación, parece no tener el más ínfimo respeto por las mujeres. Y muy lamentable sería que esa simplificación absurda de los medios de comunicación que transforma héroes en villanos y luego villanos en héroes para delicia de los amantes del morbo, haga que entre en el mundo de la política por la puerta grande de la reivindicación un señor que tal vez no fuera tan villano antes pero que desde luego tampoco es tan ejemplar ahora.

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