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Por los caminos de Lilith

Especial Mujer Mayo 9, 2008

Eva y su paraíso perdido, Pandora, Lilith y sus seguidoras. Sumisas, audaces, débiles, curiosas; siempre indispensables para descubrir lo oculto. Hacedoras de la humanidad y la historia. Desde la mitología hasta nuestros días, así han sido cientos de mujeres, anónimas o célebres, luchadoras que se han rebelado contra la sumisión, la distancia o el silencio. Valientes, así fueron muchas mujeres del pasado y continúan siéndolo en el presente. En su obra, la escritora uruguaya Carmen Posadas las recuerda y glorifica
Por Laura Federici — “Sala de Espera Uruguay”

Durante milenios, las mujeres han sido consideradas tanto en Oriente como en Occidente, en el Norte como en el Sur, ciudadanos de segunda clase. Lo cierto es que en una primera etapa la humanidad fue un matriarcado, donde fuertes diosas de piedra nos atestiguan el poderío de su capacidad. La mujer paría y esa asombrosa capacidad la hacía mágica y poderosa. ¿Qué pasó entonces, para que la situación a lo largo de la historia colocara a las mujeres de una forma tan opuesta? Temor, ignorancia, miedo a las diferencias, quizás. Porque hombres y mujeres somos distintos, simplemente distintos.

Hoy la mujer ocupa cada vez más cargos de poder en la empresa y en la política, y el mundo es –pese o sorprenda–, un mundo más femenino. Muchos se animan a anticipar que este nuevo tiempo, es un tiempo de mujeres.

Carmen Posadas es escritora. Está dentro de la categoría de mujeres valientes: valientes en la escritura, valientes en decir lo que piensan y valientes en sostenerse y consagrarse, con talento y persistencia.

Valientes porque hablan de otras mujeres, sin caer en feminismos ya caducos. Pero ante todo es una creadora, más allá de su género. Carmen es considerada como una de las mejores escritoras hispanoamericanas de su generación. Decenas de ensayos, literatura infantil, novelas, guiones para cine y televisión lo confirman. Su curiosidad es infinita, su obra continua.

Nació en Montevideo y reside en Madrid desde hace tiempo, aunque pasó largas temporadas en Moscú, Buenos Aires y Londres, ciudad en la que su padre desempeñó cargos diplomáticos. La colección de relatos titulada Nada es lo que parece (1997) la consagró como autora de éxito entre los lectores y críticos, distinción que ya había alcanzado con la publicación, un año antes, de su primera novela, Cinco moscas azules (1996).

Ganadora del Premio Planeta por su novela Pequeñas Infamias (1998), no ha parado su producción. A la sombra de Lilith, Juego de niños, y su más reciente libro Hoy caviar, mañana sardinas, presentado en estos días en Madrid, son algunas de sus obras más actuales.

En Madrid la adoran, en su Uruguay natal se le conoce; pero debemos conocerla aún más. Elegante, femenina y audaz, se enorgullece de su cita con un medio de su país; ella, entre tantas palabras y viajes, revistas intelectuales o glamorosas. Ella, nos habla con un tiempo límite, calmo, sabiendo desde este lado cuantas cosas tiene para contarnos esta mujer llena de sutilezas, inteligencia, y mirada aguda para el mundo y todas sus pequeñas infamias.

–¿Hay mandatos que se deben cumplir siendo mujer?

–En mi generación sí, hubo muchos mandatos. Todos los mandatos eran en la esfera de lo privado. Había que realizarse como madre y como esposa, porque desarrollar una carrera u otra actividad era algo secundario. A pesar de la liberación de la mujer, creo que ese mandato se sigue cumpliendo. Lamentablemente, todavía se considera que el éxito de la mujer es en el ámbito de lo privado, y muchas mujeres que deben elegir hacen que pese más ese mandato. Hay demasiado legado, demasiado peso, hay que elegir todavía hoy.

–¿Cómo se llevan la ficción y la realidad?

–Yo lo hice todo al revés. En mi caso me casé joven, a los 19 años. A los 25, cuando todo ya estaba organizado, empecé a trabajar en esto. Yo al trabajar en casa, nunca tuve la sensación de estar dejando un lado por el otro. Esto suena muy antiguo, y normalmente no se dice, pero al final es así. A pesar de que estamos en la era de la superwoman, que todo lo puede –es la mujer perfecta, la amante ideal, la mujer de negocio–, se requiere de un esfuerzo enorme por parte de mujeres para llevar todos estos roles a la realidad. Al final es maravilloso sobre el papel.

–¿Lo mejor y lo peor de ser Carmen Posadas y haber pasado los 50?

–Hoy día se ha estirado tanto la juventud que nosotras, las mujeres de 50, tenemos, como quien dice, una segunda oportunidad. Cuando éramos jóvenes teníamos que cumplir esos mandatos de los que hablábamos; había que ser la mejor madre, la mejor amante, la mejor al servicio de otros. Y ahora, ya los hijos son grandes, trabajan y están situados en la vida, soy abuela… todavía me siento joven y puedo hacer una cantidad de cosas que en otro momento de la vida no hubiera podido hacer.

–Albergar vida. ¿Por qué nos habrán elegido para esto?

–Si no fuera por nosotras, la especie se hubiese extinguido hace tiempo. Los hombres son menos valientes, por ejemplo con el dolor físico.

–¿Qué es lo que pesa y alivia de ser mujer?

–Las ventajas, a partir de ahora, serán todas de las mujeres. Estamos entrando en un mundo más femenino, en el mejor sentido de la palabra. Llegamos a esferas de poder tanto en la empresa como en la política. Es interesante, porque hasta ahora las mujeres que mandaban utilizaban modelos masculinos. Eran más hombres que los hombres. Mandaban flotas, iban a la guerra, sin pensarlo demasiado. Tenían que demostrar que eran más implacables que los hombres. Hoy hay mujeres en el poder, como Michelle Bachelet, Angela Merkel, Cristina Fernández de Kirchner – de quien no tengo datos, desde que asumió su mandato–, pero las otras sí, son modelos femeninos, mandan como mujeres, no mandan como hombres.

–A la Sombra de Lilith es un ensayo apasionante.

–Sí. La tesis es cómo las mujeres han manejado a los hombres en la sombra. Las mujeres que ejercían personalmente el poder –digamos que además, eran muy pocas–, como Catalina “La Grande”, Isabel I de Inglaterra o Isabel la Católica, mantenían este esquema que te estaba relatando. Eran más hombres que los hombres, tenían que demostrar que eran más implacables que los hombres; si no, se las comían crudas.

Las mujeres que nosotras relatamos en el libro, como pueden ser Catalina de Médicis, Tzu–Hsi la emperatriz china, entre otras, movían sus hilos, eran maestros de títeres. Ellas utilizaban todas sus artes femeninas para que los hombres hicieran lo que ellas querían que hicieran. Todo esto tiene muy mala prensa, pero funciona muy bien.

–¿Es difícil crear un personaje hombre y no manipularlo entonces, desde el punto de vista femenino?

–Nosotras tenemos una ventaja respecto a los hombres. Desde niñas vivimos inmersas en un mundo masculino. La historia está hecha por hombres, el arte está hecho por hombres, nos enseñan los hombres. Nosotras tenemos más datos que ellos, por un tema de pura inmersión cultural. Sabemos cuál es la visión masculina porque el mundo es masculino. Pero ellos, cuando hablan de mujeres, la tienen más difícil. Decía Virginia Woolf que hasta que las mujeres no empezaron a escribir, no hubo reales mujeres. Incluso los grandes personajes de la literatura femenina, ya sean Lady Macbeth, Cristina de Troya u Ofelia, no eran más que hombres travestidos. Las mujeres, al vivir en un lenguaje de hombres, con una literatura de hombres, en un mundo hecho por hombres; los conocemos mucho mejor.

–¿Cómo crees que hubiera sido tu vida, siendo hombre?

–Imposible imaginarlo. Solo te puedo decir que cuando era niña deseaba ser hombre. De chica me gustaba vestirme más masculina, en esa edad de adolescencia, difícil… ahora estoy muy contenta de ser mujer. En un mundo masculino, ser mujer es un reto muy interesante.

–¿Qué es lo que más te ha impactado de tus viajes, entre tantas costumbres?

–Cada país es un mundo, y al mismo tiempo, es muy parecido a los demás. Si vives en Inglaterra tienes que tener más cuidado con lo que se oculta que con lo que se dice. En España tardé un poquito en saber que tienen una manera de hablar que parece como si siempre estuvieran enojados. ¡Hablan todo con imperativos! Nosotros somos más suaves, decimos las cosas diferentes. Se aprenden todos esos matices, pero así como te digo esto, también te digo que en todos lados a la mujer se le cuestionaba. En todos lados, las mujeres tenemos que pelear de alguna forma nuestro lugar.

–¿Existe una literatura para mujeres?

–Hay muchas escritoras, que aprovechando que estamos de moda las mujeres, hacen una literatura de, para y acerca de las mujeres, donde las mujeres son buenísimas, buenísimas y los hombres malísimos, malísimos. Es como meterse en un gueto y convertirse en un subgénero. A mí me interesa la literatura sin etiquetas. Esas autoras tienen mucho éxito y se venden mucho, pero a mí no me interesa.

–¿Hay alguna reivindicación de la mujer en tus personajes? ¿Ellos hablan por ti, o manifiestan ciertas posturas?

–Para eso hay que escribir un ensayo. La creación tiene que tener como finalidad la creación. Luego se puede traslucir lo que uno siente, las filias o fobias, si se pueden traslucir, pero no como punto de partida. Hacer literatura para reivindicar algo de la mujer es un error, la literatura no debe ser una reivindicación.

–Tu último libro, se ha recibido muy bien…

–Está hecho como si fueran unas memorias de mi madre, que cuenta en un tono humorístico anécdotas de los países en los que hemos vivido, anécdotas vividas en Madrid de los años 60, después Moscú comunista de los 70 y finalmente el Londres de Diana de Gales de los 80. Y todo esto unido a la gastronomía. Hemos ganado el premio Sent Soví de Literatura Gastronómica 2007. Lo hemos hecho con mi hermano y en todas esas anécdotas hay muchas recetas, muchos juegos que tienen que ver con la comida.

–Tienes una producción importantísima. ¿Cómo se manejan el éxito y la permanencia?

–Después del premio Planeta, se impulsaron muchas cosas. Antes del premio estaba traducida a cinco idiomas; hoy estoy traducida a 21 idiomas, entre ellos el chino, coreano y tailandés. Respecto a la producción, normalmente suelo sacar un libro cada dos años, algunos más rápido. Ahora que se me van a acumular, pues saco otro en septiembre. Pero sí, trabajo mucho, es cierto. Sorprende, pero trabajo mucho.

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