Posadas sigue en su última novela el recorrido de los 500 años que la perla ‘La Peregrina’ lleva “dando tumbos” siempre en torno al poder

Busca que el lector tenga la sensación de ver desde el ojo de la cerradura a personajes muy conocidos de muy diversas épocas “en pantuflas”, mostrando su parte más íntima y personal

Desde que “la pescó” un esclavo en 1579 en Panamá para ir a manos del hombre más poderoso del mundo del momento, Felipe II, la perla ‘La Peregrina’ siempre ha estado en el “centro del poder”, primero con los Austria, luego los Borbones, más tarde con los Bonaparte, hasta que dio el salto a la corte británica y de ahí al imperio de Hollywood.
Este recorrido guía ‘La leyenda de la Peregrina’, la última novela de Carmen Posadas, que participó este miércoles en un encuentro virtual con la Biblioteca Pública del Estado en Ciudad Real, donde dijo que esta perla, adquirida por un comprador de Oriente Medio en 2011 por doce millones de euros tras la muerte de Elisabeth Taylor, a quien se la regaló Burt Lancaster, “tarde o temprano reaparecerá y tendremos otro capítulo de la increíble andadura” de una joya que “ha sobrevivido a robos, incendios, expolios, misiones y asesinatos. Lleva 500 años dando tumbos por el mundo y seguro” que los dará muchos años más.

Posadas reveló que cuando murió su madre reparó en un anillo de zafiro suyo que ya su abuela usó como broche y su bisabuela como colgante, distintos usos que le llevaron a preguntarse por todo lo que dirían “si las piedras hablasen y en concreto las joyas que están muy en contacto con las personas”. Como la trayectoria de este zafiro sólo le daba para narrar dos o tres generaciones, se acordó de una perla que sale en obras literarias como ‘El conde de Montecristo’ y aparece representada en cuadros de diversas épocas del Museo del Prado, pintada por grandes maestros como Velázquez o Goya, y buscó acercarse a personas muy conocidas de cada etapa como si el lector tuviera la sensación de estar viéndolos “en pantuflas” desde el ojo de la cerradura, mostrando su parte más íntima y personal, a través de personajes que encarnan cómo era cada época.

Así, para narrar la corte de Felipe II, el hombre más poderoso del mundo que enviudó cuatro veces y perdió a varios hijos lo que denota lo terrorífica que era una sanidad en la que todo se arreglaba a base de sanguijuelas, eligió a un vendedor de sanguijuelas; para la de Felipe III a una monja que «tiene un horrible pecado a purgar»; y para la de Felipe IV a Nicolasito Pertusato, enano italiano que aparece jugando con un perro en ‘Las Meninas’, parece “un niño eterno” y simboliza la corte de los Austria y su decadencia.

La llegada de los Borbones, el incendio del Alcázar en el que se quemaron muchas obras de arte y de los pocos objetos preciosos que se salvaron fue la Peregrina, la trinidad en el gobierno que conformaron Carlos IV, María Luisa de Parma y Godoy, y el expolio de Pepe Botella con un equipaje de veinte kilómetros de carruajes con obras de arte, son otras de las escalas que narra de la famosa perla Posadas, que se fija en la actriz y cortesana británica Harriet Howard, amante de Napoleón III, para mostrar esa época y también incluye a lo largo de la novela los avatares de otra perla muy similar, denominada ‘la Pelegrina’, cuyo origen está así mismo en Panamá, pasó por Felipe II, el Rey Sol, María Antonieta y el príncipe ruso Yusupov.

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