Tengo debilidad por los cementerios

Como hija de diplomático, le tocó ir de la Ceca a la Meca. Nació en Uruguay y se casó en Rusia. Ahora viaja, por lo menos, una vez a la semana y su «debilidad» son los cementerios. Le encanta leer los epitafios. Sorprendidos, ¿eh? Será por eso que no dudó en llevarse a la familia a Egipto. Con tantas criptas y sarcófagos, aquello era un paraíso. Carmen Posadas es una caja de sorpresas. Siempre va por libre pero en verano no hay quien le ponga freno. Cuando llegan los calores, lía el petate y… «hago lo que me da la gana». Se olvida de la agenda y disfruta del ´dolce far niente´.
Es una mujer contemplativa y con mucho sentido del humor. De las que saben reírse de su sombra cuando están solas. No se aburre ni mirando al techo. Son muchos recuerdos, muchos viajes en la infancia, adolescencia, juventud… Le basta con cerrar los ojos para sentir el olor de aquella panadería de Moscú, la humedad de Oxford que deja gotitas de rocío en el pelo o convencerse de que «si camino recto y doblo a la derecha me encontraré con el mar». Esto último era verdad en Montevideo. Sólo en Montevideo.
«Y mira que me costó quitarme esa idea. De pequeña creía que el horizonte estaba a la vuelta de la esquina». Así se explica que pase tan poco tiempo en Madrid. Busca la brisa salada como el aire que respira. Este mes, sin ir más lejos, se marcha a Ibiza y Sicilia. Y si le preguntan por su verano favorito, no se lo piensa dos veces: «Cualquiera de los que pasé en Zarautz cuando era jovencita y me abría a la vida». Eran tiempos en que sufría de amores «horrorosamente», que si fulanito no me mira, que si menganito no me habla… Todavía no se había despertado su pasión por los cementerios.

fuente: larioja.com

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