Un mundo feliz
Hoy las musas han pasado de mí. Y no será por falta de temas. El mundo está tan loco que siempre hay algún disparate social, político o de cualquier otra índole para comentar. El problema es que, precisamente como en el mundo está todo tan loco, temo convertirme en profeta de la fatalidad y aburrirles a fuerza de jeremiadas. Por eso me gusta alternar en estas citas semanales nuestras temas serios con otros frívolos e insustanciales. Pero resulta que las musas de lo banal también deben de andar de vacaciones porque nada de lo que veo en las revistas de cuore (fuente inagotable para mí de pasmo sociológico) me atrae. Hace un rato, en la radio han hablado del indio Gerónimo, y parece un buen tema. Es interesante saber queeste jefe apache, que puso en jaque a los ejércitos mexicanos y estadunidense, se llamaba así porque fue bautizado en la fe católica y hablaba español. Pero el personaje es tan apasionante que, más que un artículo, merecería un libro entero. Sigo buceando en los periódicos y encuentro otro tema. Pertenece al grupo de los que se prestan a que me ponga en plan Jeremías, pero intentaré hacerme eco solamente de la noticia para que sean ustedes quienes saquen sus conclusiones. Resulta que por lo visto tanto en EE.UU. como en China, Australia e incluso España varios equipos de investigación están desarrollando úteros artificiales. El objetivo primigenio es ayudar a sobrevivir a bebés nacidos antes de las 26 semanas de gestación pero dichas investigaciones abren la puerta a crear (si no se han creado ya) los primeros vientres artificiales. Es decir, máquinas, que tras una fecundación in vitro puedan gestar a una criaturas desde el primer instante a término. Las activistas contra el heteropatriarcado defienden que, si el embarazo dejara de estar ligado a la mujer, se daría una oportunidad tangible de cambiar la historia. O, dicho en palabras de la canadiense Shulamith Firestone, se podría prescindir del “barbárico” embarazo. Por su parte, el divulgador científico Hashem Al-Ghaili presentó una idea que ha generado gran controversia. La de crear una granja experimental de 30.000 bebés gestados por placentas artificiales. De este modo, según él, podrían solucionarse problemas tanto de infertilidad como de cesáreas, prematuridad, enfermedades genéticas y contribuir también a repoblar países con baja tasa de natalidad. Los filósofos a su vez están divididos. Unos opinan que la ectogénesis se puede volver contra las mujeres. En un mundo donde el feminismo es un fenómeno relativamente reciente las mujeres sufriríamos una desconsideración social por no ser ya “necesarias” y perderíamos así parte de nuestro valor en la sociedad. Otros pensadores más partidarios de la ectogénesis opinan que “estos avances de la ciencia no suprimen ni un ápice la belleza y la gracia de las criaturas vivas ni la riqueza extraordinaria de los comportamientos humanos”. Finalmente, y según leo en el mismo medio que se ha hecho eco de la noticia, juristas y expertos en Derecho, como el profesor Glen Cohen, de la universidad de Yale, opinan que dados los avances científicos tan vertiginosos pronto podría haber seres creadas con donantes anónimos de óvulos y esperma gestadas en úteros artificiales sin ninguna conexión con las personas que aportaron el material genético y eso propiciaría una mercantilización de criaturas que no son de nadie. Ya sé que he prometido no opinar, y tal vez debería borrar todo lo que acabo de escribir sobre la ectogénesis y volver a la historia del indio Gerónimo, que es más edificante y, en último término, mucho más humana . Pero permítanme una única reflexión. Lo que más me ha sorprendido de esta noticia es que tanto los médicos como las feministas, los filósofos e incluso el profesor de Derecho de Yale, al exponer sus conjeturas, hablan de todo salvo de los bebés. ¿Ocurrirá algún día que se repueblen zonas de poca densidad demográfica con este tipo de criaturas? ¿Qué será de esos niños concebidos sin padres y gestados por una máquina? Perdonen la jeremiada, pero de todo esto ya habló Aldous Huxley en Un mundo feliz. En su distopía, cada persona es clasificada desde su incubación para formar parte de una casta social. Se crean así ciudadanos de primera, de segunda, y luego parias al servicio del resto. Seres que no tienen familia ni filiación y que por tanto a nadie importan. ¿Será ese el mundo feliz que imaginamos?
Las «geronimiadas», permitirme llamar así a la condena a la reserva, al aislamiento, y las jeremiadas, el lamento continuo; también provocan una catarsis beneficiosa. El cerebro lógico, científico, se desagua, preparando el «estanque» de la inspiración para que rebose del espíritu creativo, artístico. Respecto a la ectogenesis, por muchos artificios y artilugios que utilice el hombre, nunca llegará a generar vida, en su propia concepción. Esa fuerza invisible que nace en las entrañas del ser; la consciencia de respirar, sentir, percibir. Imperceptible, al igual que en el mundo vegetal, en el que la planta vive a través del tallo y genera la flor. Se podría impulsar el desarrollo de una criatura fuera de su entorno natural, ajena a la creatividad de la naturaleza. Al final, habría dos clases de personas, las desarrolladas por una máquina y las nacidas y desarrolladas en un cuerpo humano, una parte del ser, a la que habría que añadir alma y espíritu. Humanoides Vs hominidos. La ciencia, negando artificiosamente la existencia de un Creador, la fuente de energía pura. Gracias y saludos,
El tema es muy preocupante. La persona como producto. Un saludo
Como todos los avances científicos al principio parecerá que solo beneficia a una minoría adinerada pero con el tiempo nos favorecerá a todos. Los bebés artificiales son renovables, su producción es prácticamente inagotable, sería absurdo no hacer uso de esta tecnología. Las primeras casas hechas con ladrillos-niño serán caras, solo se la podrán permitir las élites más ostentosas, pero con el tiempo abaratarán costes y serán la norma.
Hoy las musas han pasado de mí, dices al principio, y creo que mejor te podrias haber dedicado a dejar pasar el tiempo y no escribir nada….por eso te regalaré una bonita frase de Cioran.
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–Mi misión es matar el tiempo, y la del tiempo es matarme en su turno a mí, qué cómodo se encuentra uno entre asesinos.–
E.Cioran
Deja correr el tiempo, Julián Marchena (destacado poeta costarricense)
Deja correr el tiempo, que ya vendrá el olvido, y así como se adornan las secas ramazones de mágicos renuevos, tu corazón herido florecerá mañana con nuevas ilusiones.
No desesperes nunca. La sombra es precursora de la luz que hay en ti. Detrás de la amargura que empeña el cristal nítido de un alma soñadora irradia la sonrisa que todo lo depura.
Practica la severa virtud de ser sincero; fortalece tu espíritu para que seas blando, y si el dolor te hiere con su puñal certero ¡sé como las guitarras que sollozan cantando!
No aventures tu paso más allá que la vida porque es abismo ignoto del cual nunca saldrás: en cada tumba un pájaro de vos adolorida como el cuervo de Poe responde «nunca más…»
Pero, eso sí, no dejes de sonreír a todo a través de la niebla de tu melancolía; derrama tu perfume, que es la bondad, al modo de una flor, aunque sepas que has de durar un día…
Disculpen la unión de palabras de estrofas distintas, producto de error del copy/paste. Gracias y saludos,
Poe en el poema, se refiere a Edgar Allan Poe.